Día de Muertos
Esta es una tradición de las más arraigadas y especiales de nuestro país México, el día 2 de Noviembre se celebra, con diferentes formas de expresión hacia los seres queridos ya fallecidos, este festejo data desde antes de la colonización Española, y ha Permanecido hasta nuestros días en casi todos los rincones del país. El 7 de noviembre del 2003, la UNESCO tuvo a bien distinguirla como patrimonio cultural de la humanidad.
Existe mucha información acerca de esta tradición en internet, con lujo de detalles de las actividades propias de la festividad, que distinguen claramente de acuerdo a la región de que se trate las variantes, las formas y estilos de realizar este acto.
Las actividades de el día van desde la visita obligada a los panteones para rezarle a los difuntos, hasta la elaboración de altares con ofrendas dispuestos para complacer al ser que paso a mejor vida, según nuestro entendimiento.
Mi preocupación al respeto es el que en algunas regiones del país, esta celebración se ha visto en competencia con la usanza de las actividades de nuestro país vecino Estados Unidos de Norte América, que por su estilo de vida tienden a comercializar todo lo que tocan, en este caso es el halloween, que a decir verdad no tiene nada de significante, solo enajena a las personas a la morbosidad natural de los seres humanos sobre el miedo a la muerte y no va mas allá de generar el impulso de comprar algún articulo que refiera a el lado oculto de la muerte.
Mi invitación al respecto es para los jóvenes que son las nuevas generaciones a cuidar de las tradiciones que por tantos años nos han distinguido como un país rico en cultura y tradiciones, y que de ahí emanan valores que nos dan la identidad real de lo que somos y de nuestros orígenes.
“Para el habitante de Nueva York, Paris o Londres, la muerte es palabra que jamás se pronuncia porque quema los labios. El mexicano, en cambio, la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente. Cierto, en su actitud hay quizá tanto miedo como en la de los otros; mas al menos no se esconde ni la esconde; la contempla cara a cara con paciencia, desdén o ironía”.
Octavio Paz
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